Experiencia que tienes que vivir al menos una vez en la vida
La aurora boreal es un fenómeno natural increíblemente bello. Imagínate poder contemplar en el cielo de una noche de invierno luces fluorescentes amarillas, verdes, azules y moradas… ¡Un momento mágico que merece la pena vivir!
Antes de nada, es conveniente aclarar los términos con los que nos referimos a ellas. El fenómeno en general se conoce como “aurora polar” porque generalmente tiene lugar en zonas polares. En el hemisferio norte nos referimos a ellas como “aurora boreal” mientras que en el hemisferio sur reciben el nombre de “aurora austral”.
En este artículo, nos vamos a centrar en las auroras boreales, ya que vamos a hablar de este espectacular fenómeno en Noruega.
La aurora boreal se produce cuando grandes cantidades de partículas con carga eléctrica se dirigen a gran velocidad hacia la Tierra a lo largo de campos magnéticos, y chocan con las capas superiores de la atmósfera. Es así como la energía que se libera da lugar a colores que reflejan los gases que se encuentran allí. El oxígeno es responsable de los colores amarillo y verde, mientras que el color rojo lo produce una transición menos frecuente, y el color violeta que a menudo se observa en el borde inferior de las auroras proviene del nitrógeno. La fuente de estos electrones es el sol, y de sus condiciones depende que se convierta o no en una aurora boreal. Algunas de estas partículas que emanan del sol son capturadas por el campo magnético de la tierra, pero para que se visualice la aurora tiene que ser de noche en ese lado de la Tierra
El fenómeno de las auroras boreales ha capturado la atención de las personas desde tiempos inmemoriales. Tan peculiar es este fenómeno que ha dado lugar a múltiples leyendas y supersticiones a cerca de ellas. Ante la imposibilidad de darle una explicación, en la antigüedad pensaban que este fenómeno era un castigo o una advertencia de cómo debía comportarse la humanidad. Algunos las identificaban con un preludio de desgracias, como guerras o epidemias. Incluso, se decía que si agitabas un pañuelo blanco hacia ellas, podrías enfadarlas y podrían llevarte con ellas.